Antibióticos para las Infecciones Urinarias

Antibióticos para las Infecciones Urinarias

Las infecciones urinarias son una afección relativamente común que se presenta más frecuentemente en las mujeres debido a su configuración urogenital. Se estima que al menos una de cada cinco mujeres padecerá algún tipo de infección urinaria a lo largo de su vida.

Las infecciones urinarias tienen lugar en cualquier parte del sistema urinario, es decir, pueden localizarse en la vejiga, riñones, uréteres, uretra, sin embargo, se estima que el 80 por ciento de los casos corresponden a infecciones en las vías urinarias bajas, es decir, en la vejiga y la uretra.

La forma más usual de infección urinaria es la cistitis en las mujeres y la prostatitis en los hombres. En los adultos mayores la incidencia de la enfermedad es similar en ambos sexos.

Los factores estacionales o geográficos no parecen tener ninguna influencia en estos casos las infecciones urinarias, los agentes responsables de las infecciones urinarias son las bacterias. Entre el 70 y el 90 por ciento de los casos se deben a la acción de la bacteria escherichia colli, en menor medida hay presencia de bacterias como Proteus mirabilis, Staphilococcus coagulasa, Klebsiella pneumoniae y Enterococcus faecalis. 

Hay personas que tienen mayor propensión a desarrollar infecciones urinarias, principalmente quienes sufren de diabetes, inmunodepresión o están en una edad avanzada, también hay mayor riesgo de infección en quienes tienen una vejiga neurógena, portan sonda o catéter urinario o presentan un vaciado incompleto de la vejiga.

Las infecciones del tracto urinario más comunes en los hombres son la prostatitis, la uretritis, la epididimitis y la orquitis.

En las mujeres la cistitis recurrente o no y la bacteria asintomática, especialmente por embarazo y o síndrome miccional.

El uso de antibióticos en infecciones urinarias

Lo usual es que se acuda a los antibióticos como tratamiento de primera línea para combatir las infecciones urinarias.

Los más utilizados son los que pertenecen a alguno de los siguientes grupos:

  • Las quinolonas: se emplean en el tratamiento de infecciones urinarias bajas, por lo general se administran primero por vía intravenosa y luego por vía oral, ya que presentan buena absorción digestiva, son utilizables en mujeres embarazadas después del tercer trimestre de gestación.
  • Los amino glucósidos: son antibióticos bactericidas especialmente empleados cuando la causa de la infección son los bacilos gram negativos, se utilizan por lapsos breves, debido a que tienen efectos tóxicos.
  • Cefalosporinas: no se recomienda el uso de las cefalosporinas de primera generación, sino solamente las de segunda generación para infecciones leves y las de tercera generación para infecciones más graves.
  • Amino penicilinas/inhibidores de la beta lactamasa: especialmente recomendadas para infecciones leves y para las mujeres embarazadas, ya que no afectan al feto. Muchas bacterias son resistentes a ellas.
  • Trimetoprim/sulfametoxazol: solo se emplean si se ha identificado específicamente la bacteria que causa la infección y se ha establecido que es sensible a este medicamento, de lo contrario no es aconsejable.
  • Nitrofurantoína: se emplea principalmente para evitar la recurrencia de la infección, pero no es aconsejable para mujeres en el primer trimestre de gestación.
  • Fosfomicina – trometamol: es eficaz frente a las bacterias grampositivas y gramnegativas. Tiene una dosis única y es uno de los grupos de antibióticos más empleados y eficientes.

Datos a tener en cuenta a la hora de usar antibióticos para infecciones urinarias 

El tratamiento con antibióticos se hace teniendo en cuenta cuál es el agente específico que causa las infecciones urinarias. Sin embargo, teniendo en cuenta que la mayoría de los casos se originan por la escherichia colli, lo indicado es iniciar el tratamiento para esta mientras se obtienen los resultados de laboratorio. 

Los antibióticos, así como la mayoría de los medicamentos, tienen efectos secundarios, algunos de ellos son inmediatos y, por lo tanto, aparecen poco después de la ingesta, suelen incluir fiebre, náuseas, diarrea, vómito, dolor de cabeza, erupciones, problemas en los tendones y daño a los nervios. 

Otros efectos secundarios pueden aparecer a medio y largo plazo, esto se debe principalmente a que la mayoría de los antibióticos afectan la flora vaginal e intestinal y aumentan la predisposición a la proliferación bacteriana o micótica en el aparato ginecológico y en el digestivo, los científicos esperan que en los próximos años las bacterias desarrollen resistencias frente a antibióticos como el norfloxacino, amoxicilina, ampicilina y otros, de momento solo la fosfomicina-trometamol parece ser suficientemente sólida frente a ese efecto. 

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